lunes, 25 de julio de 2011

La mente humana.

Las imágenes de los dramáticos hechos ocurridos el pasado 11 de marzo en Japón (el potente terremoto y su consecuente tsunami) han sacudido a millones de personas. Cuando fenómenos catastróficos como éste ocurren, aparece la tendencia a buscarles una causa sobrenatural. 

Jesse Bering, psicólogo director del Institute of Cognition & Culturede la Universidad Queens de Belfast (Irlanda del Norte), especializado en ciencias cognitivas de la religión, ha publicado recientemente un artículo en la revista Scientific American en el que explica qué tipo de mente es capaz de “ver” en fenómenos naturales como el ocurrido en Japón “signos” o “agüeros” relacionados con las acciones humanas. 

Bering explica que, en 2005, él y su colaboradora Becky Parker, de la Universidad de Arkansas, en Estados Unidos, realizaron un estudio que consistió en lo siguiente: a un grupo de niños de entre tres y nueve años se les dijo que un agente invisible (la Princesa Alice) les iba a ayudar a jugar a un juego de adivinación “comunicándoles de alguna manera cuál era la caja equivocada”, cuando los niños tenían que adivinar en cuál caja, entre dos cajas posibles, había una pelota escondida. 

Otro grupo de niños de las mismas edades fue sometido a la misma prueba, pero sin decirles nada antes acerca de la Princesa Alice (es decir, sin “condicionamiento sobrenatural” previo). 

Mientras los niños escogían, los investigadores simularon algunos eventos inesperados en la sala (por ejemplo, apagado y encendido de una luz, la caída repentina de un cuadro), y midieron la respuesta de los niños ante estos eventos (el efecto de éstos en su elección de la caja). 

De esta forma, se constató que los únicos niños de los dos grupos estudiados que alteraron su comportamiento (por ejemplo, modificando su elección en el último momento como consecuencia de lo que ellos creían era una “señal” de la Princesa Alice) fueron los niños de siete años o más, y del grupo previamente condicionado por el relato del agente sobrenatural. 

Estos mismos niños, además, fueron los únicos que posteriormente explicaron que sus reacciones habían sido causadas por los “avisos” de la Princesa Alice. Los más pequeños del grupo condicionado ni siquiera consideraron que la Princesa Alice hubiese pretendido dirigirse a ellos.  

Según Bering, las constataciones realizadas suponen, por un lado, que el concepto de la existencia de agentes sobrenaturales es necesario para que la gente interprete que eventos naturales pueden ser considerados como “mensajes” sobrenaturales. 

En otras palabras, que al menos los niños no infieren de manera automática un significado a partir de fenómenos espontáneos, a no ser que hayan sido previamente condicionados de alguna forma con la idea de agentes sobrenaturales identificables, como la Princesa Alice, Dios, un espíritu, los ángeles, etc. 

Por otro lado, el hecho de que las creencias supersticiosas afecten sólo al comportamiento de niños de cierta edad, y no a los más pequeños, supone que este tipo de creencias requieren de cierta sofisticación mental, es decir, que no son propias de una mente poco desarrollada.

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